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Falberto Ferrer Moreno , - Ejido (Almería)
Nueva Arma Letal MATA Orcas en el Atlántico SUR


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 Grandes familias de orcas están siguiendo a los grandes pesqueros en aguas atlánticas, de tal manera que cuando estos largan las redes ellas saltan al interior de las mismas y devoran todos los peces que pueden en muy poco tiempo. Cuando estas perciben el sonido de las cadenas que recogen las redes,   saltan por encima de las líneas de flotación y las desalojan, provocando que cuando la pesca llega al buque los pescadores descubren haber recogido solo cabezas de peces sin cuerpo.
A causa de esta situación los pesqueros han fletado helicópteros con armas, desde los cuales disparan a matar a familias enteras de Orcas antes de largar las redes. Pero esta costosa estrategia llamada entre ellos de “disuasión”, solo ha podido ser empleada en una ocasión, porque las Orcas a partir de ese día viajan permanentemente y de forma sistemática por debajo de los buques, ¡que mejor escudo que el cuerpo del agresor!… y repiten hasta la saciedad la misma técnica de captura sin que los patrones puedan impedirlo.
Para los grandes armadores el helicóptero que acompaña a la flota con el objetivo de disparar a matar a las Orcas, ya no sirve para tal fin, por lo que han ideado un perverso plan de exterminio, que sin lugar a dudas es la mayor de las estupideces que puede hacer el hombre en el mar: LA EMISIÓN DE SONIDO LETAL.
Y así, tal cual, aquel ser grotesco que tenia delante devorando marisco y bebiendo albariño gritaba y confesaba enorgullecido: Hemos desarrollado y fabricado un equipo de detonadores sonoros submarinos, que  emiten a tal presión que son capaces de reventar por dentro y matar a un Orca sin dejar huella, ni herida ni sangre.
LAS VAMOS A REVENTAR POR DENTRO!!!  LAS  VAMOS A REVENTAR!!
Sin heridas visibles, sin sangre, sin metralla, la muerte por impacto sonoro en el mar aniquila totalmente la vida, y no solo en la proximidad del foco de emisión, sino que además produce una grave mortandad a cientos de millas a la redonda. Los peces muertos de esta manera flotan en la superficie, y llegan a  la plaza y a nuestra mesa como pesca fresca, sin marcas letales, los que logran sobrevivir mueren algunas horas o días más tarde por desorientación, por incapacidad de localizar alimento o como fáciles victimas ante depredadores.
 
Corría una mañana del mes de mayo cuando recibí en mi correo un mail procedente de una empresa de Barcelona, publicitando un emisor sonoro que instalado en la línea de flotación de las redes de pesca de los pesqueros promete mantener alejados a los delfines y arroaces de las mismas, y por tanto los protege de quedarse atrapados en ellas y morir por asfixia.
Para mi sorpresa, venia acompañado de una copia de la legislación de medidas obligatorias a tomar por el sector pesquero, el Reglamento 812/2004 del Consejo Consultivo presentado a la comisión CEC el 7 de marzo de 2006. En él que se advierte de la necesidad de montar en las artes de pesca dispositivos acústicos de persuasión. Estos dispositivos se conocen popularmente con el término anglosajón pingers. Su uso empieza a extenderse entre las flotas, y gran parte de ello es debido a las acciones de control y apresamiento de embarcaciones que incumplen la obligatoriedad de su uso.

El pinger es un dispositivo acústico de disuasión que emite en baja frecuencia. Una vez sumergido actúa como disuasorio de aproximación de los cetáceos marinos. Su principio de actuación se fundamenta ( según las empresas  comercializadoras )  en que estas frecuencias resultan molestas para los cetáceos,  y por tanto no se acercan a la zona de pesca.
Los pingers utilizan una frecuencia de transmisión que queda dentro del espectro del bio-sonar cerebral que los cetáceos utilizan para comunicarse entre ellos. El resultado (también, según las empresas que lo comercializan) se traduce en una especie de “alerta interna” que acaba reflejándose en su alejamiento.
Pero no nos engañemos, detrás de estos ” aparentemente” bien intencionados detonadores para proteger la vida de los delfines hambrientos que se lanzan a comer tras las redes a causa de la cada vez mayor escasez de alimento en los mares, ( hay que recordar que ya existe una cifra terrorífica que confirma que hemos arrasado con el 60 % de los recursos marinos), Existe una realidad paralela donde para las grandes y medianas pesqueras, los cetáceos se han convertido en un enemigo, y hay que alejarlos de las redes al precio que sea, pero manteniendo la opinión publica de su parte, dado que para este sector es de vital importancia la opinión de los consumidores.
El manifiesto interés por preservar la vida de los delfines  resulta el maquillaje oficial, el que se publica en los periódicos, en los boletines oficiales, el que aparece en los dominicales como una proeza de la tecnología en pro de la vida y la protección de seres tan fascinantes como los delfines.  Pero lo que no nos explican, los periódicos, ni los fabricantes, ni los mismos investigadores “algunos de ellos ecologistas” es que los han diseñado a una presión sonora que provoca la sordera y la muerte de infinidad de especies marinas incluidos los mismos delfines, que mueren meses o días después  a causa de desorientación e incapacidad para eco localizar su posición, su alimento y a sus depredadores.
En el momento de recepción del mail de la empresa de Barcelona anteriormente mencionado, estaba iniciando un trabajo de medición de los niveles le contaminación acústica submarina en la Rías de Vigo. Al pulsar sobre las características técnicas del pinger no aparecía especificada la presión de emisión, por lo que me aventure rápidamente a escribir a la empresa para preguntar a que presión emitía su producto.
Pasaron pocos minutos cuando entro su respuesta por mail: Estaban más interesados en conocer el motivo de mi interés, que en facilitarme el dato.   Solicitaron que me identificase, que les facilitase mi teléfono, el nombre de la empresa y etc… Les conteste inmediatamente argumentando que estaba realizando un mapa de ruido submarino en la Ría, y en la valoración de sus consecuencias sobre el ecosistema,  y que consideraba importante conocer la presión de emisión de su Pinger, dado que lo iba a medir de todas maneras.
Inmediatamente sonó el teléfono:  Era una mujer, que se identifico como la directora del proyecto de comercialización y de inmediato comenzó a explicar en tono lastimero que ella era una gran amante de la vida marina, que incluso practicaba el submarinismo y que jamás haría daño a un delfín, pero confeso que al día siguiente de las primeras pruebas en costas del mediterráneo, habían aparecido dos delfines muertos en la costa.
La mujer visiblemente preocupada exclamo: “le pregunte por estas muertes a los científicos responsables de la viabilidad y seguridad del producto, y me respondieron que seguramente habría sido causada por pruebas de sonar realizadas por submarinos militares”. Cosa que al parecer por el tono lastimero de su voz, no la dejo demasiado convencida.
Finalmente, en medio de la conversación me facilito el dato de forma extraoficial, sus equipos emitían una frecuencia de 10Hz y a una presión de 175dB.
Hay que saber que para un humano una exposición a 130dB es letal, convocándole una lesión auditiva irreparable que lo conduce a la sordera de por vida. Para la vida en el mar que transcurre a una media natural entre los 25 y los 35dB resulta una fuente de contaminación con efectos devastadores tales como: La muerte por trauma, la pérdida de la audición, la disminución de la viabilidad de los huevos y la reducción de la tasa de crecimiento entre otras. Pero también hay que tener en cuanta que en el agua el sonido se propaga tres veces más rápido que en el aire, con el agravante del rebote, la reverberación y de que los sonidos bajos en su caso 10Hz viajan sin apenas perdidas durante cientos de millas.
Pero en este artículo no tengo la intención de entrar en detalle sobre las devastadoras consecuencias de los pingers sobre los delfines y la fauna marina. Este artículo va dirigido a denunciar como se están asesinando familias enteras de Orcas en aguas Atlánticas en manos de las grandes explotaciones pesqueras por el afán de acopio masivo de pesca:
Días después de la conversación descrita al principio de este articulo, recibí una invitación formal para asistir a una comida de cortesía con dos representantes de la empresa que comercializa los Pingers. Quedamos en un restaurante de Domaio, en la Ría de Vigo, asistió la mujer con la que había hablado por teléfono y  un hombre corpulento, de actitud prepotente y con un sentido del humor desagradable e hiriente que se identifico como el director comercial de Galicia y Portugal de dicha empresa.
La comida comenzó con marisco y vino, y a los pocos minutos de charla banal  y de tanteo, el hombre eructo una pregunta que decía textualmente: ¿No será usted una ecologista de mierda?.  La forma, la intención y la energía que emitió en esta pregunta me provoco una arcada de inmenso asco….
Poco a poco, los efectos del vino ( que se tomaba prácticamente el solo) empezaron a hacerle efecto, permitiendo que su ego emergiera, y con el, despunto el verdadero motivo de su viaje a Vigo.
El y su acompañante venían a sellar una transacción con armadores Gallegos que faenan en aguas del Atlántico sur, dado que las flotas que marean en las costas de del sur de Argentina, Chile e islas Malvinas están experimentando graves perdidas económicas, no solo a causa de la alarmante reducción de la red trófica marina como consecuencia de las desmesuradas actividades pesqueras, sino por la presencia de familias de Orcas que luchan por su alimento mostrando una inteligencia notablemente superior a la de los armadores.
Grandes familias de Orcas están siguiendo a los pesqueros, de tal manera que cuando estos largan las redes ellas saltan al interior de las mismas y devoran todos los peces que pueden en muy poco tiempo. Cuando estas perciben el sonido de las cadenas que recogen las redes,  saltan por encima de las líneas de flotación y las desalojan, provocando que cuando la pesca llaga al buque los pescadores descubren haber recogido solo cabezas de pescado sin cuerpo.
A causa de esta situación los pesqueros fletaron helicópteros con armas, desde los cuales disparaban a matar a las orcas antes de largar las redes. Pero esta costosa estrategia llamada también de “disuasión”, solo pudo ser empleada en una ocasión, porque las Orcas a partir de ese momento viajarón permanentemente y de forma sistemática por debajo de los buques, ¡que mejor escudo que el cuerpo del asesino!… y siguen repitiendo hasta la saciedad la misma técnica de captura sin que los pescadores puedan impedirlo.
Para los grandes armadores el helicóptero armado que acompaña a la flota con el objetivo de disparar a las Orcas, ya no sirve para tal fin, por lo que han ideado un perverso plan de exterminio, que sin lugar a dudas es la mayor de las estupideces que puede hacer el hombre en el mar: LA EMISIÓN DE SONIDO LETAL.
Y así, tal cual, aquel ser grotesco que tenia delante devorando marisco y bebiendo Albariño gritaba y confesaba enorgullecido: Hemos desarrollado y fabricado un equipo de detonadores sonoros submarinos, que  emiten a tal presión que son capaces de reventar por dentro y matar a un Orca sin dejar huella, ni herida ni sangre.
LAS VAMOS A REVENTAR POR DENTRO!!!  LAS  VAMOS A REVENTAR!!
Sin heridas visibles, sin sangre, sin metralla, la muerte por impacto sonoro en el mar aniquila totalmente la vida, y no solo en la proximidad del foco de emisión, sino que además produce una grave mortandad a cientos de millas a la redonda. Los peces muertos de esta manera flotan en la superficie, y llegan a  la plaza y a nuestra mesa como pesca fresca, sin marcas letales, los que logran sobrevivir mueren algunas horas o días más tarde por desorientación, por incapacidad de localizar alimento o como fáciles victimas ante depredadores.

 
Estos son tres de los buques que amarrados al puerto de Punta Arenas disponen de un emisor de infrecuencias capaz de destruir familias enteras de Orcas sin dejar signos de agresión.  




Falberto Ferrer Moreno
, - Ejido (Almería)

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