Informe realizado por EQUO Huelva tras la jornada de mediciones llevada a cabo en colaboración con el catedrático de Geoquímica Jesús de la Rosa y Raquel Torres, del Centro de Investigación en Química Sostenible (CIQSO) de la Universidad de Huelva

Mucha tinta ha corrido a estas alturas sobre si las balsas de fosfoyeso son depósitos radiactivos o no, o sobre si el grado de radiactividad que tienen los residuos que albergan son nocivos para la salud del personal que trabaja en los mismos o para la población que reside a poco más de 500 metros de su ubicación.

Vista general de la zona 2, donde se apilan toneladas de fosfoyesos.
Lo cierto es que esta información nunca se ha facilitado con el debido rigor y concreción por parte de ninguna de las autoridades que tenían algo que decir en la materia. Haciendo uso de la manida frase “ésta no es mi competencia”, todas las autoridades han escurrido el bulto y no se han tomado siquiera la molestia de dar cuenta a la ciudadanía de los informes del Consejo de Seguridad Nuclear al respecto. En cambio, cuando alguna organización ecologista o científica ha dado traslado de alguna información o de los resultados obtenidos tras llevar a cabo mediciones o estudios, sí han sido muchas las voces interesadas que han puesto el grito en el cielo para tachar de alarmistas -llegando incluso al insulto- a estas organizaciones y colectivos que sólo trataban de arrojar algo de luz sobre este atentado ecológico con el que se convive Huelva desde hace demasiados años.

Mención aparte merecen las acusaciones de “herejía” o “bravuconada” a las que sometieron a Greenpeace determinados científicos -que llegaron a poner como ejemplo de buen hacer instalaciones similares en Florida, de las que hoy sabemos que han generado desastres ecológicos por rotura de las balsas como en Mulberry y que se habla de ellas como instalaciones radiactivas-, o personas del sector sindical que acusaron a la organización de ir contra el desarrollo socioeconómico de Huelva por el simple hecho de informar a la población. Por no hablar de la chanza de algunos políticos, que llegaron a decir ante los medios de comunicación frases memorables como “el uranio suena a temas nucleares pero es un mineral que se encuentra en la naturaleza y que tiene la misma radiactividad que un microondas, es decir, ninguna”.
En este batiburrillo de negar la mayor han estado desde científicos de reconocido prestigio hasta personas del mundo sindical, empresarial, político, etcétera, no fueran a ponerse en peligro los empleos y el turismo, como si la salud o la protección del medio ambiente fueran incompatibles con la e

Pero siempre nos venden el mismo discurso manido, obsoleto, decadente y sin visión.
Mientras, la población seguía desinformada y sin datos para valorar, porque era lo que realmente interesaba a todos ellos: tapar y enterrar en la marisma los residuos junto con cualquier información que pudiera poner en riesgo los beneficios económicos de Fertiberia.
Cuando recordamos que el propio Dictamen realizado por encargo del Defensor del Pueblo Andaluz sobre “El exceso de mortalidad y morbilidad detectado en varias investigaciones en la Ría de Huelva”, realizado en marzo de 2014, recomendaba “mejorar la transmisión de información a la población general y a los colectivos profesionales sobre los efectos conocidos de la contaminación medioambiental sobre la salud” y “con vistas al futuro poner en marcha un estudio epidemiológico de carácter prospectivo con especial énfasis en la biomonitorización de los contaminantes en los habitantes de las áreas de interés para determinar la exposición real de la población”, nos cuestionamos si estas personas que insultaban permanentemente lo leyeron en su día; o si se habrán enterado ya de los desastres ecológicos propiciados por esta forma de gestionar este tipo de actividades en otras partes del mundo por la empresa que pretende ejecutar la clausura de las balsas, la constructora Ardaman.
 
Los fosfoyesos negros

Lo cierto es que a día de hoy el propio proyecto presentado por Fertiberia para el tapado de las balsas de fosfoyesos reconoce en el ‘Estudio técnico de las zonas afectadas por los fosfoyesos negros’ y en el ‘Estudio complementario de las zonas afectadas por los fosfoyesos negros’, realizados por sendas Unidades Técnicas de Protección Radiológica (LAINSA y GDES) que estos residuos emiten mayores niveles de radiación que los fosfoyesos convencionales y por ello requieren tratamientos específicos al respecto.
Determinados estudios científicos advirtieron además en su día de dosis elevadas en la zona de Uranio 238 –en el estudio elaborado por la Universidad de Huelva en colaboración con facultativos del Hospital Juan Ramón Jiménez, en 2009- y de Polonio 210.

En los últimos años se han llevado a cabo dos campañas de mediciones en los fosfoyesos negros cuyos resultados se exponen en los dos estudios citados de LAINSA y GDES, la primera en mayo de 2012 y la segunda entre el 22 de abril y el 16 de mayo de 2014. Estas dos empresas son Unidades Técnicas de Protección Radiológica. Estamos en 2017 y la Instrucción IS-33 del Consejo de Seguridad Nuclear indica que los titulares de estas actividades deben realizar reevaluaciones de la exposición cada cinco años para asegurar que se mantiene por debajo de las condiciones determinadas en dicha instrucción.
Las cuatro zonas de fosfoyesos negros se identificaron en estudios que se llevaron a cabo en 2010 por Tragsatec.  Se identificaron cuatro zonas de fosfoyesos negros con un volumen total aproximado de 13.350 metros cúbicos. La que presenta mayores niveles de radiación abarcando mayor extensión que el resto de áreas afectadas es la zona norte, situada en el límite de los terrenos en concesión a Fertiberia sin restaurar junto al estero de Mendaña. En esta zona, la dosis integrada tomando como referencia el valor de 1mSV anual en 2000 horas de ocupación se superaría, arrojando valores de 1,76 mSV/a.
 
Balsas de fosfoyesos: instalación radiactiva ¿sí o no?

Otra cuestión de fondo es si los depósitos de fosfoyesos deben tener la consideración de instalación radiactiva. Ya en 2007 Greenpeace indicó tras medir altos niveles de radiaciones en las balsas de fosfoyesos que “solicitaría al gobierno que declarase de forma urgente estas acumulaciones de residuos como instalación radiactiva”, haciendo mención expresa al espacio del CRI-9 -zona que actualmente ni siquiera forma parte del proyecto de Fertiberia- y que se da por restaurada a todos los efectos por las autoridades competentes, pese a que la  población nunca ha recibido información alguna por parte de las diversas administraciones implicadas.
 
La información sobre instalaciones radiactivas debe aportarse en el caso de Andalucía por el Ministerio de Industria, Energía y Turismo, que es el que tiene las competencias para emitir las autorizaciones de dichas instalaciones.
Para entender un poco mejor el tema es fundamental conocer la definición de instalación radiactiva y también cómo se clasifican. Se entiende por instalación radiactiva cualquiera que contenga una fuente de radiación ionizante, y también aquéllas en las que se manipulen o almacenen materiales radiactivos. Estas instalaciones se clasifican en tres categorías en función del riesgo radiológico asociado a los equipos o materiales radiactivos que utilizan o almacenan. Las de mayor riesgo potencial son las de primera categoría, las de segunda tienen un riesgo intermedio y las de tercera un riesgo bajo.
Todas las instalaciones radiactivas requieren para ser autorizadas un informe del Consejo de Seguridad Nuclear y son objeto de inscripción en el Registro de Instalaciones Radiactivas, adscrito a la Dirección General de Energía.

En el caso de los depósitos de fosfoyesos no tenemos constancia de que tengan la  consideración de instalación radiactiva, pero tras haber solicitado la información pertinente sí hemos podido conocer que se le aplica el ‘Reglamento de protección Sanitaria contra Radiaciones Ionizantes’ porque se trata de una actividad que implica el almacenamiento, manipulación o generación de residuos que habitualmente no se consideran radiactivos pero que contienen radionucleidos naturales que podrían provocar un incremento significativo de la exposición del personal trabajador y en su caso del público.
 
Seguridad y tratamiento específico: no alarmismo

Teniendo en cuenta el volumen de los residuos de fosfoyesos negros identificados en cuatro zonas en Marismas del Rincón y los  residuos de cesio 137 (Cs-137) emplazados en la zona 4 de los depósitos de fosfoyesos en Marismas de Mendaña, zona por la que el proyecto de Fertiberia pasa de puntillas, no sería descabellado que los depósitos fuesen clasificados como instalación radiactiva a los efectos de dotar de los tratamientos específicos y de las medidas de seguridad más exigentes a los mismos.
No se trata por tanto de alarmar, sino de reclamar que la salud y la seguridad de la población onubense debe estar por encima de cualquier otra consideración meramente economicista.
Así, hay que aplicar los principios de optimización y protección radiológica y decidir cuáles son las  medidas más adecuadas  para bajar los niveles de exposición al radón y llevar a cabo estudios más específicos sobre las viviendas más próximas para evitar efectos peligrosos para la salud.
Hay que adoptar las medidas que garanticen la seguridad a largo plazo de esta  “trampa química”, denominación acuñada por determinados departamentos científicos avalados por estudios recientes (Unidad Asociada del CSIC- UHU) que ya han demostrado la necesidad de dar un tratamiento específico y selectivo a determinadas zonas estudiadas más en profundidad, como la balsa 3, en la que los efluentes líquidos y las sales concentradas generan emisiones contaminantes que hay que tratar de forma específica, como los últimos hallazgos de ácido fluorhídrico en el aire. No basta con cubrir o tapar. Para algunos de dichos residuos se propone su retirada.

Además, hay que llevar a cabo estudios más específicos en cuanto a los tipos de residuos almacenados en los depósitos y su comportamiento, los usos de la tierra y del agua en los alrededores de la instalación teniendo en cuenta la cercanía de zonas residenciales a los depósitos, toda vez que como actividad laboral sí ha sido objeto de estudio pero no como instalación susceptible de afectar negativamente la salud de la población y del ecosistema  circundante, de gran valor ecológico.

Tanto desde EQUO como desde el área de la UHU que nos ha ayudado con las mediciones consideramos igualmente que habría que establecer también un seguimiento en el que, sirviéndonos de técnicas avanzadas como el uso drones para medida de radiación gamma –tal y como ya se ha hecho en zonas como Fukushima o las antiguas minas de uranio de Cornwall en Inglaterra-, se lleve a cabo la medida en continuo y con alta resolución de la radiación existente en las balsas. Estas técnicas, que no comprometen la seguridad de las personas, permitirán medir con alta resolución y en continuo la radiación gamma en las 4 zonas que abarcan los fosfoyesos (1.200 hectáreas), identificar con más precisión las zonas de los fosfoyesos negros, la radiación emitida por el CRI-9 (zona de confinamiento del cesio 137) en la zona 4, en teoría ‘restaurada, que emiten más radiación que los convencionales y donde no hemos accedido a medir”
A modo preventivo, habría que establecer un cinturón de seguridad de 500 metros desde las balsas en el cual se lleve a cabo un mayor control, inspección y vigilancia, limitando las construcciones en la zona y los usos que se le da a los espacios cercanos a las balsas, restringiendo el residencial o comercial, y aumentando además la señalización y vigilancia en la zona sur de Huelva.

 
En colaboración con la Unidad Asociada CSIC-UHU ‘Contaminación atmosférica’, EQUO ha llevado a cabo un mapa radiológico similar al que ya en julio de 2014 elaboró el mismo departamento. Con dos medidores GEIGER  hemos medido en 32 puntos en dos tipos de unidades (µSv/h) como en (MR/h). Los 12 primeros puntos se han tomado en diversas zonas de los depósitos de fosfoyesos y el resto en diversos puntos de la ciudad, habiendo realizado algunas mediciones en las zonas más sensibles como Marismas del Polvorín, Hospitales Juan Ramón Jiménez e Infanta Elena, y otros puntos en la ciudad.
Las mediciones se llevaron a cabo el viernes 7 de abril de 2017 a partir de las 10.00 horas, con viento en dirección no privilegiada desde los fosfoyesos y a la altura de la cintura del medidor, a aproximadamente 70 centímetros sobre el suelo. A partir de las 13.00 horas el viento sí incidía en la ciudad, aunque la mayor parte de las mediciones se realizaron antes.
 
Las mismas, tal y como sucedió en campañas anteriores y recogen varios documentos oficiales, establecen el fondo de radiación natural en Huelva en unos 0.080 microsievert/hora, pero hay puntos en los que este valor se supera en niveles sensiblemente superiores, en las propias balsas de fosfoyesos y también en su entorno cercano. Así, en los puntos medidos en el interior de las balsas (cuatro) los niveles se situaron hasta cuatro veces por encima del fondo natura, en 0.360; niveles que han llegado a alcanzar los 0.945 microsievert/hora en el caso de las mediciones llevadas por Jesús de la Rosa en verano de 2014.
 
Desde EQUO Huelva no queremos alarmar.

Simplemente requerir en nombre de la población a todas las autoridades, Ayuntamiento, Junta de Andalucía y Gobierno Central, que adquieran el firme compromiso de informar periódicamente a la población de Huelva de los valores de emisiones radiológicas que disponemos en las diversas estaciones del año en el ambiente y en su caso, se adopten las medidas preventivas y de seguridad necesarias para evitar cualquier emisión por encima de los valores de referencia que establecen las recomendaciones más estrictas de la Unión Europea. Sólo así se estará protegiendo la salud y seguridad de la población y los ecosistemas y se evitará el alarmismo, palabra con la que algunos quieren disfrazar la censura, la falta de credibilidad y de ética de sus argumentos y decisiones.